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Acerca de la importancia de la 1ª Parte de El Quijote en la 2ª Parte, el desarrollo de los personajes y el sentido de realidad
Por Alfredo Fredericksen Neira[1]
[1] Investigador independiente. Diplomado en Literatura en Lengua Inglesa (Centro de Estudios Avanzados PUCV-2019), Diplomado en Poesía Universal (Centro de Estudios Avanzados PUCV-2018), Diplomado en Historia del Arte (Centro de Estudios Avanzados PUCV-2017), Diplomado en Estudios de la Religión (PUC-2016), Diplomado en Arte y Estética Árabe-Islámica: clásica y contemporánea por la Universidad de Chile (CEA-2015), Diplomado en Teologías Políticas y Sociedad por la Universidad de Chile (CEA-2014), Diplomado en Psicología Jungiana (PUC-2014) y Diplomado en Cultura Árabe e Islámica por la Universidad de Chile (CEA-2014). Mail de contacto: alfredericksen@gmail.com
Con respecto al desarrollo de la 2ª Parte de El Quijote, es posible dar cuenta del importante rol que cumple, en ésta, la 1ª Parte, publicada 10 años antes que la 2da.
Esto es así, principalmente, por varias cuestiones que serán resumidas en los siguientes puntos:
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Porque es gracias al primer libro publicado, que van a darse diversas reacciones en sus lectores, las que propiciarán la creación de la segunda parte: de hecho, es tanta la popularidad que alcanza la novela, que un escritor, Avellaneda, va a tomar la historia de la primera parte y escribirá una segunda parte. Esto, va a propiciar en Cervantes las ganas de hacer su propia continuación de la novela, para no solo seguir con la historia de Don Quijote y Sancho Panza, sino, también, para contestar aquel ‘atrevimiento’ por parte de Avellaneda.
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Asimismo, es importante la 1ª Parte en la que le sigue, porque sin ella no podría ser posible entender la 2ª. Don Quijote, luego de vivir todas las aventuras que se narraron en la Primera Parte, va a comenzar la Segunda con un ánimo completamente distinto: ahora ya no se observa un personaje guiado por la experiencia de las novelas de caballería, sino que es un hombre que entiende y logra discernir qué es parte de la realidad y qué no. Obtiene, a partir de la primera parte, un aprendizaje que lo lleva a rectificar su modo de pensar y de actuar, siendo un personaje mucho más recatado y racional; de hecho, esa capacidad que adquiere o, su ‘cura de la locura’ va a permitir que en esta 2ª Parte se den muchos más espacios para hacer crítica literaria y hablar sobre teoría.
Por el otro lado, encontraremos a un Sancho Panza que también cambia con respecto a la Primera Parte de la novela, y es por lo que pasa en ella que obtiene ese cambio. Sancho, luego de ser conocido como un escudero con mucho conocimiento propiciado por la experiencia, pero poco conocimiento intelectual; producto de su relación con Don Quijote, es que va a aprender a dar su opinión y a creerse como alguien capaz de emitirla. Ya no es sólo un hombre que da consejos a su señor, sino que, ahora, se muestra como un personaje capaz de entablar una discusión con personajes de diferentes clases. Incluso, llega a ser un gran gobernador y, sobre todo, un gran ejemplo a seguir para quienes estaban – en esa época – en el trono de España. De este modo, también son cumplidos deseos propuestos en la 1ª Parte de la novela, siendo obtenidos en su 2ª Parte.
Sancho, producto de este aprendizaje, en la 2ª Parte va a ser un personaje activo e imaginario, en todo va a estar poniendo un tono de autoridad, demostrándose una liberación en este personaje; de hecho, él va a ser el que va a incentivar a Don Quijote para que vuelvan a salir en búsqueda de aventuras; mientras que, su señor, ya no se muestra tan interesado como lo estaba en la 1ª Parte, debido a ese cambio que se va produciendo a partir de aquella Parte.
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Otro elemento importante es que, también, producto de la gran recepción que tiene la 1ª Parte de El Quijote en sus lectores, en la misma novela se va a proponer aquella popularidad de la obra.
La 2ª Parte inicia con tal hecho, es decir, la 1ª Parte de se vuelve tan popular, que todo España, prácticamente, está al tanto de las historias vividas por Don Quijote y, su escudero, Sancho Panza. Esto va a permitir que la 2ª parte se vaya desarrollando de la manera particular en la que lo hace: Don Quijote y Sancho se presentan como unos grandes y populares personajes, que van a ser venerados y burlados por quienes leyeron la novela y, por lo tanto, conocen no sólo la historia, sino que también, el modo de actuar de ambos. De hecho, es producto de la supuesta locura de Don Quijote que se muestra en la 1ª Parte, que en la 2ª van a – los personajes secundarios, quienes se encuentran con esta gran dupla – aprovecharse de tener esa información y le van a inventar un mundo en donde éste pueda demostrar su fascinación y conocimiento con respecto a las novelas de caballería, y todo, para poder burlarse de él.
Entonces, en la 2da Parte se va a presentar como tema literario la publicación de la 1ª Parte. Esto permitirá que se den reflexiones lingüísticas y literarias en las diversas conversaciones de los personajes.
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También, como ya se mencionó con anterioridad, en la 2ª Parte se dará un vuelco con respecto a la 1ª: los personajes comienzan a cambiar la realidad de don Quijote, y no al revés (ya que en la 1ª Parte era Don Quijote quien cambiaba su propia realidad). Esto tiene completa relación con los puntos que he ido desarrollando, ya que, este cambio es producido por la popularidad que alcanza este personaje debido a la publicación de la obra. Por lo tanto, se produce un cambio con respecto a lo que venía siendo una característica fundamental del personaje durante la 1ª Parte, lo que es generado, precisamente, por todo lo que pasa en esta primera historia; es decir, este cambio se produce en la 2ª Parte como consecuencia de lo que ya había pasado en la 1ª.
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Además, la 1ª Parte da pie al cuestionamiento literario que se dará en la 2ª Parte.
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En la segunda parte de El Quijote Cervantes hará, mediante la narración, una revisión de la parte que ya había sido publicada y, asimismo, responderá ciertas dudas que comienzan a hacerse los lectores con respecto a distintos episodios y detalles que quedaron inconclusos en la 1ª Parte.
De esta forma, es posible decir que la 1ª Parte de El Quijote es esencial para la comprensión y para el desarrollo de la 2ª, debido a varios elementos que se resumirían en 2 puntos, principalmente: uno, la importancia de la 1ª parte en cuanto a la continuidad que se genera con la 2ª. En ella se van a ver consecuencias propias de los hechos que van ocurriendo en la 1ª Parte, como, por ejemplo, cuando Sancho le inventa al Quijote que le ha entregado la carta a Dulcinea y, por tanto, la ha conocido, pero realmente no ha sido así y, en la segunda Parte, cuando van en búsqueda de Dulcinea, Sancho tiene que maquinar toda una idea para que Don Quijote no descubra su engaño. Lo mismo pasa con respecto a quienes leen la novela, algunos van a querer, producto de ello seguir conociendo las aventuras de Don Quijote y Sancho Panza, por lo que harán lo que sea para mantenerlos en su locura.
Por otro lado, la importancia de la 1ª parte se ve relacionada con la recepción que tiene la obra en diferentes niveles: tanto interna como externamente. Es un hecho que la obra, en aquellos años, tuvo una gran popularidad, tanto así, que Avellaneda decide hacer una segunda parte de la primera que había sido escrita por Cervantes. Y, con respecto a la recepción interna, se muestra una gran devoción de personajes que van apareciendo en la 2ª Parte por el Quijote, debido a que todos han leído su novela, lo que va a ser muy importante para entender cómo se va a dar la visión de realidad en esta nueva Parte, realizada por Miguel de Cervantes.
- Desarrollo de los personajes y sentido de la realidad.
Como ya mencioné en la respuesta anterior, tanto el Quijote como Sancho Panza van a tener un cambio con respecto a su desarrollo en la 1ª Parte. Por una parte, don Quijote ya no se ve animado a comenzar una aventura, de alguna manera, se entiende, que se ha ‘recuperado’ de su locura. Sancho, en cambio, va a ser el personaje que incita la aventura – en esta Parte – a don Quijote, ahora es un hombre que opina, que no se queda callado, cuestiona a su señor – aunque, siempre sigue teniéndole un gran respeto -; sin embargo, sigue fiel a su propósito, ser el gobernador de una ínsula.
Esto, sumado a que ambos personajes, incluso dentro de la obra, serán conocidos como personajes novelescos, como famosos aventureros que serán objeto de burlas y admiración, será decisivo para el cambio que hay con respecto a estos personajes y al sentido de la realidad que será desarrollado en la 2ª Parte.
Entonces, producto de este cambio que tienen los dos personajes, y del conocimiento de su actuar por parte de toda España, es que la realidad se dará de una forma distinta en esta parte. Sancho Panza, por percatarse de la fama y, por ende, inmortalidad que le propicia la novela, va a cambiar su forma de actuar, sus acciones van a estar determinadas por aquello. Además, a diferencia de la 1ª Parte, en donde Don Quijote era el creador de su propia realidad, en la 2ª, van a ser los otros personajes quienes van a determinar la realidad de don Quijote y Sancho. Es decir, ya no es la ‘locura’ de Don Quijote la que guía el mundo del personaje, sino que es el capricho de ciertos personajes, que están al tanto de las aventuras que han tenido Sancho y Don Quijote, y que quieren burlarse de ellos.
Asimismo, en toda la novela hay una transformación de la conciencia de los personajes, lo que, claramente, va a afectar en la forma que tienen de mirar la realidad. Esta transformación que van desarrollando los personajes, va a permitir que la acción se traduzca en “ser siendo”, que es lo que efectivamente le pasa, por ejemplo, a Sancho Panza cuando logra gobernar la ínsula, y es, específicamente, lo que se genera al presentarse a ambos personajes como inmortales y famosos.
Sin embargo y, a pesar de los cambios que se producen en el personaje, Don Quijote sigue teniendo como eje central de sus acciones el amor que siente por Dulcinea, y va a ser ella su gran lei motiv para volver a comenzar una nueva aventura junto a su escudero, Sancho Panza.
Es interesante comentar también que la relación de Don Quijote con Sancho también va a sufrir una transformación, ya no se ve una diferencia jerárquica marcada, sino que Sancho comienza a posicionarse frene a su señor – nunca perdiéndole el respeto, obviamente –, permitiendo que esta relación comience a adquirir un tinte más de amistad que de caballero y escudero. Esto se comprueba al reconocer esta línea de complicidad afectiva que se produce entre ambos personajes, en donde, como ya expliqué, se rompen los esquemas de amo y criado:
“En tanto, don Quijote se encerró con Sancho en su aposento, y estando solos, le dijo:
-Mucho me pesa, Sancho, que hayas dicho y digas que yo fui el que te saqué de tus casillas, sabiendo que yo no me quedé en mis casas: juntos salimos, juntos fuimos y juntos peregrinamos; una misma fortuna y una misma suerte ha corrido por los dos: si a ti te mantearon una vez, a mí me han molido ciento, y esto es lo que te llevo de ventaja.”
En esta cita se demuestra una relación fraterna entre ambos personajes, lo que les ocurrió a ambos como escudero y caballero se debe a aquello, a que han estado juntos en su viaje. Asimismo, esto va a demostrar que ambos se encuentran en una relación de amistad completamente democrática, lo que se puede observar claramente, cuando Sancho llega a ser gobernador, hecho que será proclamado por don Quijote, quien, además, no va a recibir nada, lo que va a ir demostrando que ambos personajes son igualmente valiosos, que no existen en realidad diferencias sociales o culturales que vayan a deformar aquella relación amistosa.
Por otro lado, y con la intensión de tocar más a profundidad el tema del sentido de la realidad en la 2ª Parte, se va a dar un cambio que será producido por la recuperación de don Quijote, su fama, y el intento de sus lectores de seguir conociendo y vivir hazañas de este gran personaje junto a su escudero. Es así, como en diversas ocasiones, don Quijote será engañado, y por ello mismo, será determinado a actuar conforme a lo que había aprendido por las novelas de caballería, que lo tenían tan ‘loco’ en la primera Parte. Un ejemplo de esto, es posible verlo tanto con Sansón Carrasco, quien se va a disfrazar de caballero andante, en dos ocasiones (el caballero del bosque y el caballero de la luna), y hará a don Quijote enfrentarse con él, lo cual sería un evento propio de las novelas de caballería, pero totalmente maquinado por este personaje aparecido en la 2ª Parte. Asimismo, cuando Don Quijote y Sancho son invitados por los duques a vivir en el palacio, y, en una ocasión, les tapan los ojos y les hacen creer que están volando – cosa que era completamente absurda en aquella época – lo cual, tanto Sancho como el Quijote, van a creer (siendo una de todos los engaños que van a realizar).
No se puede dejar de comentar que ocurren ciertos episodios que van a dar mucho de qué hablar con respecto al sentido de la realidad. Uno de ellos ocurre con el teatro, el que va a ser un punto de discusión sobre la realidad y la mentira, lo que ocurre, precisamente, en el episodio de los títeres, en donde el show realizado por Maese Pedro es interceptado por don Quijote, quien pensaba que lo que estaba ocurriendo era real, destruyendo toda la inversión del Maese (después, cuando logra darse cuenta que no era real lo que había visto, se arrepiente y paga los daños ocasionados); también los sueños permitirán el cuestionamiento acerca de qué es lo real, estableciéndose así – por don Quijote – los márgenes de la realidad en contraposición al sueño, pero, también, proponiendo veracidad en cierto punto del sueño. De esta manera, se logra ver a don Quijote como un personaje que comienza a dudar constantemente de lo que está viendo, lo que permite establecer una gran diferencia con la 1ª Parte de la novela, en donde se veía un personaje completamente obsesionado con las novelas de caballería y todo lo que veía era relacionado con esa experiencia, la cual no era punto de cuestionamientos o reflexiones.
Asimismo, es posible observar que una vez que se van del castillo de los Duques, cuando ambos – Don Quijote y Sancho – deciden ser libres, comienzan su camino a Barcelona, episodio en que empieza un sentido de la realidad mucho más patente, ya que se dejan de lado las novelas de caballería. Se propone una narración, ahora, en el tiempo presente de España en esa época.
Referencias Bibliográficas
Cervantes, Miguel, El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. México: Unión Tipográfica Editorial Hispanoamericana, 1961. Medio impreso.
Acerca de la importancia de los episodios “El caballero del bosque o de los espejos”, “La aventura de Clavileño” y “El caballero de la Blanca Luna” en Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes
Por Alfredo Fredericksen Neira
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El caballero del bosque o de los espejos
El caballero del bosque o de los espejos se va a encontrar con don Quijote y Sancho en un bosque, en donde entablan una conversación que se desvía hasta llegar, este caballero, a confesar que, por el amor que le tiene a su dama, ha vencido a muchos otros caballeros, incluso al conocido don Quijote. Frente esta declaración don Quijote, sin revelar su identidad le dirá que aquello es imposible porque él conoce bastante a aquel caballero; sin embargo, el caballero del bosque no se rinde frente a las palabras del Quijote, por lo que éste termina confesándole quién es en realidad. De todas formas, aquella confesión no significa mucho para el caballero del bosque y lo reta a una batalla, ya que, si ya venció – supuestamente – a don Quijote una vez, podrá hacerlo nuevamente.
A la mañana siguiente, una vez despiertos los caballeros con sus respectivos escuderos, se preparan para la batalla (la armadura del caballero del bosque logra brillar tanto que el narrador, a partir de ese punto, comienza a llamarlo caballero de los espejos). Cuando todo estaba listo para comenzar, Sancho se acerca a don Quijote pidiéndole que lo ayude a subir un árbol debido a que quiere ver mejor la batalla y, asimismo, porque le daba miedo el escudero del caballero de los espejos (que quería enfrentarse a Sancho Panza). Al mismo tiempo, el caballero del bosque comienza la batalla, pero, una vez que se percata de lo que están haciendo don Quijote y su escudero, decide parar, y, sin darse cuenta, su adversario, que ya se había unido a la ofensiva, lo ataca y lo hace caer del caballo.
Una vez abajo y amenazado por la espada de don Quijote, el vencedor le saca el casco y se percata de que aquel vencido era Sansón Carrasco, al que le hace afirmar – para no deshacerse de él – que Dulcinea del Toboso es mucho mejor que su amada, Casildea de Vandalia, y lo hace prometer que se dirigirá a su amada Dulcinea para hacerle todos los favores que ella le mande.
Sin embargo, don Quijote nunca cree que el caballero vencido es Sansón Carrasco y va a relacionar tal hecho con un hechizo caído hacia el caballero. Del mismo modo, don Quijote le dirá, finalmente, que él tampoco es el conocido caballero que le había dicho ser.
Este episodio es importante debido a que es el primer encuentro que tiene don Quijote con otro caballero, personaje propio de las novelas de caballería. Esto es decisivo ya que demuestra que, en esta Parte de El Quijote, la realidad no está dada por la experiencia de don Quijote, sino que son seres externos quienes crearán una atmósfera propicia para que el protagonista de la novela crea que sus vivencias son parte del mundo de la caballería.
Lo interesante es que, a diferencia de lo que sucede en otros episodios, al vencer la batalla a don Quijote se le presenta la realidad tal cual es; sin embargo, él no la va a creer, debido a que no sería extraño – en virtud a las experiencias anteriores (como pasaría supuestamente con Dulcinea) – que aquel caballero haya sido hechizado, cambiando, de esa manera, su apariencia.
Otro elemento interesante que se puede rescatar de esta batalla es que, a pesar de los consejos que le da Sancho para que mate de una vez a su oponente, don Quijote será sumamente misericordioso: le perdona la vida y le hace jurar que irá a servir a su amada Dulcinea. Esta característica del personaje es importante debido a que nos entrega un consejo – que se verá más adelante, de manera explícita – respecto a cómo gobernar, además de demostrar que el protagonista no tiene malas intenciones y que siempre se mostrará como un personaje justo.
- La aventura de Clavileño
Cuando don Quijote y Sancho Panza llegan al palacio, sin estar al tanto de lo que realmente está ocurriendo, los Duques se van a burlar constantemente de ellos. Esto lo logran hacer debido a que han leído la 1ª Parte de El Quijote y, por ello, conocen cuales son las fortalezas y debilidades de cada personaje.
Una de las bromas que le hacen al caballero y escudero tiene que ver con un caballo volador, llamado Clavileño. Obviamente, aquel animal estaba hecho de madera, pero, para que don Quijote y Sancho no se dieran cuenta de ello, los hacen subir al caballo Clavileño con los ojos vendados, estado en el que tenían que permanecer – debido a la peligrosidad del vuelo – hasta que el animal relinchara.
Es así que, tanto Sancho como el Quijote, suben en el supuesto caballo volador y luego de vivir la experiencia del vuelo, vuelven a la tierra y se sacan los vendajes. Cuando esto ocurre, la gente que se encontraba en aquel salón del palacio se va a acercar a los personajes y les van a preguntar qué es lo que vieron y sintieron al volar en el caballo Clavileño. Don Quijote va a decir que no vio nada, mientras que Sancho Panza va a inventar que, a pesar de que su señor le haya dicho que no se sacara la venda, logró ver, por debajo de ellas, la lejana tierra y a sus habitantes. Por ello es que asegura que la tierra, desde aquella altura, parecía un grano de mostaza; la cual se encuentra habitada por personas que representa como avellanas.
Aquella relación que hace entre tierra-personas y grano de mostaza-avellana va a ser objeto de burla de los duques e, incluso, van a debatirle aquella idea.
Este episodio es importante para la comprensión de la 2ª Parte de la novela, debido a que se deja claro cuál es la verdadera intención que tenían los duques con respecto a sus huéspedes, don Quijote y Sancho Panza. Lo único que querían era burlarse de ellos, acogerlos para tener alguien que pueda entretener sus vidas inactivas.
Esto último deja en evidencia otra problemática importante que se desarrolla en esta parte de El Quijote: la crítica constante que deriva de la forma de vida que tienen los duques y, por tanto, la nobleza de aquella época (los años en que fue escrita la obra), como seres que no son dignos de imitar, que no saben gobernar y que no desarrollan ninguna actividad importante.
Asimismo, con este episodio se puede observar el sentido de la realidad que se encuentra en la obra. Por un lado, aparecen los duques, quienes se esmeran en lograr engañar a los protagonistas de la novela; mientras que, para don Quijote y Sancho todos esos sucesos van a ser parte de la realidad, porque es así el desarrollo que se da en las novelas de caballería, lo que da a conocer, también, toda una teoría sobre la vida como teatro, ya que los engaños que realizan los duques son, finalmente, puestas en escenas, en donde se desarrollan acciones y se simulan ciertos caracteres.
- El caballero de la Blanca Luna
El episodio del caballero de la Blanca Luna es fundamental en esta segunda parte de El Quijote porque es la forma en que termina la historia de don Quijote.
Esto ocurre en una playa, en la cual don Quijote se encontraba paseando una mañana, junto a sus armas. En esto se encuentra con un caballero que se dirigía a él y presentándose, dio cuenta de su nombre “El Caballero de la Blanca Luna”, quien, reconociendo a don Quijote, lo reta a un duelo para probar su fuerza de batalla; en el caso de que éste caballero ganase, don Quijote debe retirarse – por un año – de la vida como caballero, dejando así de realizar hazañas por su amada Dulcinea; y, si don Quijote sale victorioso de la batalla, podrá llevarse las armas y el honor de su contrincante. Ante esta proposición, don Quijote acepta y es así, como comienza la batalla.
El Caballero de la Blanca Luna termina venciendo a don Quijote, quien no acepta decir que la amada de este caballero es mejor que Dulcinea, pero sí se alejará de la caballería por un año.
De esta manera, comienza, de a poco, el decaimiento del protagonista de la novela, el que lo llevará a la muerte. Luego de aceptar la derrota, don Quijote y Sancho parten de vuelta a La Mancha, en donde pasarán por distintos lugares hasta lograr llegar. En este recorrido a ambos personajes se les ocurre dedicarse a la vida pastoril, durante todo el año que tiene que cumplir don Quijote. Sin embargo, una vez que llegan a La Mancha, don Quijote cae enfermo teniendo la certeza de que pronto se acerca su muerte, es por esto, que va a pedir ser confesado. En este período de agonía don Quijote se ‘cura’ de su locura, y con ello, dejan de gustarle las novelas de caballería, dejando en claro – en su testamento – que, si su sobrina se casa con un hombre amante de ese tipo de novelas, lo que ha sido heredado será quitado. Es en este proceso de arrepentimiento, agonía y claridad que don Quijote termina muriendo.
Frente a esto, Sansón Carrasco dedica las siguientes palabras al caballero muerto:
“Yace aquí el Hidalgo fuerte
que a tanto estremo llegó
de valiente, que se advierte
que la muerte no triunfó
de su vida con su muerte.
Tuvo a todo el mundo en poco;
fue el espantajo y el coco
del mundo, en tal coyuntura,
que acreditó su ventura
morir cuerdo y vivir loco.” (1097)
Con esta cita, queda en claro cómo fue la vida de don Quijote, y lo que logró mantenerlo vivo: su locura. Esto permite dar cuenta de que la realidad no es una, que se puede dar de distinta manera en cada individuo; además, es ella la que permitirá dar un sentido a la vida. Don Quijote muere una vez que deja de entender la realidad según la experiencia que le había otorgado las novelas de caballería; por lo que, se entiende, que la forma en que uno mire la vida será válida, ya que es la única manera de vivir la vida.
Otro elemento de completa importancia que nos entrega este episodio y sus consecuencias es que, se presenta al protagonista como un personaje completamente moderno, ya no nos encontramos con un héroe perfecto que termina resolviendo sus conflictos al terminar la novela, sino que don Quijote representará al nuevo héroe, aquel que contiene una historia mucho más cercana a la vida real y moderna, la vida termina con la muerte, y es así como, efectivamente, termina la historia de don Quijote.
Referencias bibliográficas
Cervantes, Miguel, El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. México: Unión Tipográfica Editorial Hispanoamericana, 1961. Medio impreso.
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" LA POSIBILIDAD DE REPRESENTACIÓN PLÁSTICA
EN LA OBRA DE FEDERICO GARCÍA LORCA
(Somero análisis de El Público)
Por SUSANA GIRAUDO
Parece una incongruencia detenerse el tema de la presencia de la pintura y el dibujo en la obra de Federico García Lorca, pero es insoslayable hacerlo, teniendo en cuenta que el propio Federico apelaba a ella en afán por alcanzar el clímax de su fuerza expresiva.
Así como en muchas oportunidades hemos podido comprobar que existieron pintores dedicados a escribir (Leonardo con sus Máximas Filosóficas y Morales y Van Gogh con sus bellísimas Cartas a Theo), hay también, pero tal vez en mayor cantidad de casos, escritores puestos a pintar.
Podemos descifrar los hombrecillos patéticos de Kafka, explorar los tenebrosos castillos de Victor Hugo y completar de este modo una variada secuencia de logros y fracasos de escritores que pintan.
Una mención aparte merecen William Blake o Rossetti, que han sido talentosísimos poetas y magníficos pintores.
Es posible, de la misma manera, rescatar los nombres de Hardy, Carlota Brönte, Carroll, Rimbaud ( garabateando feroces criaturas en los espacios en blanco de sus libros) y porqué no, atisbar a un sorprendente Baudelaire, pergeñando retratos de sus contemporáneos y también en su famoso y logradísimo autorretrato, admirado por su enorme de dramatismo.
Ya en nuestro siglo, Hesse fue autor de exquisitas acuarelas, Jean Cocteau inventaba su poesía plástica y Alberti sus liricografías. También en nuestro país, tenemos ejemplos innumerables de pintores que escriben y escritores que pintan. El más sorprendente y cercano en el tiempo es Ernesto Sábato, del que podríamos decir que en sus espectros sombríos, presencias veladas y espíritus sin paz, muestra su toda memoria encendida en denuncia. Sábato, abandona la exactitud, obscena prisión de portaobjetos y de formulas, para enfrascarse en los verdes y oscuros fantasmas de su propia vida y de su propia muerte.
Todo este, para algunos, tal vez innecesario introito, puede conducirnos o mejor dicho centrarnos en Federico Garcia Lorca. Recordemos que no pocas fueron las veces en que acompañó sus poesías, cartas y piezas teatrales con dibujos al parecer infantiles, pero que en realidad, a los ojos de un entendido, son gráciles y nítidos, con la solidez que solo otorga una personalidad madura y genial.
Casi tendríamos que decir que es imposible imaginar o considerar la obra pictórica de Lorca, sin su obra escrita. Al igual que Alberti y nuestro Mujica Lainez, la suya es una creación visual consustanciada con sus escritos, casi como aquellos orientales- japoneses y chinos- que hacen de texto y trazo un solo hecho estético.
Alguna vez, Garcia Lorca lo confiesa abiertamente : "Cuando un asunto es demasiado largo o tiene poéticamente una emoción manida, lo resuelvo con los lápices. Esto me alegra y divierte de manera extraordinaria".
En su momento, llega a exponer en una famosa galería de Barcelona. En aquel momento, algunos críticos fueron con el poeta tiernamente feroces : "Ha obtenido un éxito de simpatía" decían. Y Sebastián Gasch, su amigo, reaccionó defendiéndolo a gritos : " ¡Dibujos de Garcia Lorca en las Galerías Dalmau! ¡Que los burócratas del arte, que los miedosos, que los sedentarios pasen de largo!"
Hoy, setenta años después de aquella exposición, los dibujos de Lorca relucen con sus colores pastel, su ingenuidad casi perversa y su doméstica e intima temática. Poesía y teatro lorqueanos están colmados de imágenes sugerentes de las que el mismo no pudo sustraerse.
¿Quien no ve con nitidez los colores y las imágenes oníricas en el Romance sonámbulo, La casada infiel, Preciosa y el aire? Son tan explícitas sus figuras y sus metáforas que parecieran que el poeta tiene un pincel en una mano y en la otra una paleta de colores dramáticos y únicos.
"Trescientas rosas morenas
lleva su pechera blanca "
Recrear esta imagen seria casi una profanación.
Lorca siempre se presenta ante nuestros ojos como un poeta lírico, pero ya en los años iniciales de su carrera, nos encontramos con tentativas dramáticas tales como “El maleficio de la mariposa".
Paralelo al desarrollo de su lírica, su potente y rica personalidad lleva adelante una obra de autor dramático que es la mas importante y auténticamente poética del nuevo teatro español.
No puede hablarse de un Federico Garcia Lorca poeta dramático o lírico como de entidades distintas, ya que, a través de toda su obra, se impone la impresión de una unidad absoluta en cuanto a concepción de la vida y el modo de trasmitirla artísticamente.
Garcia Lorca es un caso único de desbordante vitalidad poética y dramática , plásticamente multiforme, pero rectilínea. Este andaluz ejemplar circula por sus canciones, por sus cándidos dibujos y por sus obras de teatro, con intensidades y plenitudes distintas en cuanto a la realización, pero con el mismo empuje de entera unidad humana. Es por eso que, al hablar de lo dramático en él, no habría necesidad de recorrer su teatro, porque antes de ello se puede, desde sus primeros libros de poesía, sentir su violenta palpitación dramática.
El mismo Lorca poeta, no deja solo al dramaturgo y es así como lo larga al ruedo munido de un colorido personal y único. Todos sus dramas son explícitamente descriptos y de tal manera representables que de pronto sorprende con una obra descarnada y extraña como El publico.
En ella, un Lorca que podríamos llamar nuevo, distinto, decide mostrar en un casi correlato con Poeta en Nueva York, una crispada y soterrada característica de su personalidad. Y lo hace recurriendo a símbolos y códigos no tan claros, sino dirigidos a ese publico que, como mirándose a un espejo, se verá (en algunos casos) representado en sus mas intimas y reprimidas sensaciones.
Lorca no lo dice con palabras, pero el lector de El publico puede ver un rojo de sangre que llevado a la tela debiera ser elaborado minuciosamente, solo pensando en el drama de Federico, en su pasión, su pudor, su complejidad personal que rezuma enjundioso y desafiante dramatismo.
Federico dibuja con palabras sus cuadros y ofrece figuras plásticamente representables por una paleta altamente descriptiva:
"Una, cubierta de pámpanos rojos
toca una flauta sentada sobre un capitel.
Otra, cubierta de cascabeles dorados, danza
en el centro de la escena".
El diálogo entre las dos figuras arroja imágenes visuales crudas y coloridas. Cada tramo de la obra va marcando con los matices del lenguaje, un color, una imagen, una intensidad. Es imposible así, ignorar los pasos plásticamente aprovechables del transcurrir de la obra.
Tal vez, como en ninguna otra, en El publico, lo descriptivo de los cuadros, las figuras y los sentimientos, se muestran para un pintor prevenido, en cada rincón y en cada situación, de maneta tal que no puedan ser pasados por alto.
Como toda obra surrealista, uno cree ver sobrevolar sobre ella al ángel y a la musa, mezclados con el cuerpo de boxeador del poeta y con sus ojos vívidos e iluminados.
Andrè Breton, abogaba en esos tiempos de Lorca, por la escritura automática , por la expresión espontánea y sin inhibiciones, fuera del control de la razón. Y aquí es donde debe aparecer la inspiración plástica, obediente a estas consignas con las que en El publico insita casi violentamente.
Con respecto a esto, Lorca le dice a Sebastián Gash "!Ojo, ojo! No es surrealismo, es una tremenda lógica poética". Y a pesar de esta aclaración, es difícil encontrar en esta obra imágenes de una plasticidad coherente. Al igual que Bosh en El jardín de las delicias, en El publico el pintor podría encontrar composiciones de autentica pesadilla. Los mensajes desesperados y llenos de violencia, mal podrían inspirar una obra plásticamente considerada realista.
Es evidente que la obra del Bosco y de Goya, debieron dejar una honda huella en Lorca, dado el interés que este sentía por la pintura. En Los desastres de la guerra y Los caprichos , hallamos implacables escenas de la inhumanidad del hombre para con el hombre y es en ellos que se nos muestra la realidad escondida bajo la mascara humana, aspecto este íntimamente relacionado con algunos de los temas de El publico.
El mismo Dalí, con su método critico-paranoico, por medio del cual llega a pintar los sueños y las imágenes inconscientes manteniendo el control de lo que estaba haciendo, ejerce sobre Lorca un impacto visual que se acrisola con la estrecha amistad que los une. Amistad que, por otra parte, es aun hoy motivo de análisis por parte de los estudiosos de la obra de ambos artistas.
Dali pinta La persistencia de la memoria, El nacimiento de los deseos líquidos, Suave construcción con judías cocidas, Premonición de la guerra civil y Sueño, en perfecta coherencia con el teatro dramático-surrealista de su intimo amigo Federico,
Otro tema que Lorca desarrolla en El publico y que plásticamente es mas difícil de plasmar es el del amor. Aunque en esta parte de la obra el hace frecuentes referencias a Romeo y Julieta de Shakespeare, sin embargo, el carácter fortuito del amor como lo trata Lorca, esta mas ligado a Sueño de una noche de verano del mismo Shakespeare.
Lorca opinaba que el amor, que nada tiene que ver con la voluntad de las personas, se da en todos los niveles y con la misma intensidad, ya sea entre hombre y mujer, como entre dos hombres o entre dos seres cualquiera. Aquí podemos destacar una extraña analogía de conceptos con los poetas y sabios persas Rumi y Shams de Tabriz, fundadores en el siglo XII del llamado movimiento Sufi.
Los temas principales de El publico ya habían sido enunciados, en su mayoría, en la primera producción poética y dramática de Lorca y seguirían siendo los temas dominantes de su obra posterior. Pero el tema del amor homosexual, aunque latente en la primera producción lorquiana, no pasaría a primer plano hasta su estancia en Nueva York.
Federico deja asomar con fuerza, en poemas como Oda a Walt Whitman, el mas oscuro punto de su personalidad y es en ese momento en que trabaja arduamente en su obra El publico. Otros poetas dejan transparentar este tema de la homosexualidad, pero Lorca consideraba, sobre todo en Whitman, que era la personificación del hombre viril, del hombre en busca del amor puro y total, a alguien que no podía compararse con personas de cierta ambiguedad. Aquí, en este punto, es donde vuelve a aparecer la extraña similitud de conceptos con Rumi Y Shams de Tabriz.
Lorca sufre la impiedad de su propia mirada puesta sobre si mismo y estos ejemplos del tema del amor frustrado en el hombre, encuentran una expresión mucho mas fuerte e incluso mucho mas trágica en los personajes de esta obra, como son el Director y los tres Hombres, que buscan infructuosamente y no encuentran el objeto de su búsqueda.
Es aquí donde vuelven a aparecer imágenes que, llevadas a la expresión plástica, serian de un dramatismo crudo y para nada surrealista. Pero cuando junto al Director aparecen los cuatro caballos blancos, el tema va mutando de matiz y el símbolo de los caballos blancos (que aquí es la pasión), bien podría campear sobre un fondo rojo con un toque de magenta que lo convertirían en un tono particular y único. Siempre de acuerdo a una visión muy subjetiva y personal de la obra.
La presencia del biombo y su juego entre lo falso y lo verdadero, también nos ofrece material valioso para el desarrollo de una serie. Las escenas, de una crudeza y una violencia inusitadas, son perfectamente representables. Es el momento en que debiera aparecer un juego de colores que recorriera la gama de los azules, pasando por los rojos hasta desembocar el dramatismo del violeta, sin olvidar algún trazo indispensable de negro brillante.
Todo esto, que podemos señalar en Ruina Romana y que nos inspira en forma y colorido es, en definitiva, lo mismo que encontramos en el acto quinto, donde el desnudo rojo y el rico despliegue de personajes nos llevarían a un análisis similar.
Es inenarrable la serie de obras que, de acto en acto van insinuándose para nacer, si se quiere , de una paleta inspirada en los sentimientos llevados al color y luego a la imagen. Desde el comienzo hasta el fin de El publico se puede demostrar que, mas allá del drama narrado con palabras, develando la mas profunda e intima de las facetas de la personalidad lorquiana, esta obra no solo es perfectamente representable teatralmente hablando, sino que, trasladada a las artes plásticas encontraría una inesperada representatividad maravillosa y complementaria.
Lorca vive aún en todo el arte que genera.
Lorca es Lorca
UN VIAJE HACIA EL INTERIOR DE LA HUMANIDAD
El redescubrimiento del espíritu en VIAJAR, VIAJARSE de Graciela Susana Puente
Por Silvia Rivas
Dice Luisa Valenzuela en su comentario de contratapa de Viajar, viajarse, que “si somos verdaderos viajeros y no simples turistas, todo viaje resulta una forma de exploración. Y de exploración interior. Al viajar nos abrimos al otro y en el otro a alguna zona desconocida de nuestra propia alma”. Efectivamente, un viaje siempre es una búsqueda, consciente o no, de experiencias innovadoras, que nos revela otra forma de ser y de estar en el mundo; que nos libera y nos deja llegar hasta las esencias, hasta lo primordial de nuestro espíritu. De este tránsito como proceso reflexivo y humanizante da cuenta Viajar, viajarse de Graciela Susana Puente Iglesias.
Se nos propone un recorrido en el que los paisajes no son meras postales turísticas inmovilizadas en un portarretrato, sino todo lo contrario y que Graciela nos invita a recrear y reinventar con la complicidad de sabores, colores, aromas y texturas, guiados minuciosamente por nuestros sentidos. “Deposito mi secreto en tu ser, porque te conozco y sé, sin ninguna duda, que me comprenderás./Estoy frente a tus ojos. Ya no es posible diferenciarme/frente a tu mirada porque fluimos”. Y es a partir de esta complicidad, que se nos abre un panorama donde las sensaciones fluyen y se multiplican, y en cada flujo, nos aliviana el peso de las valijas y nos llama a volar en su propio vuelo. En este acontecer, el mundo se expande como una paleta de colores, siempre en tránsito hacia una nueva revelación: “Probaré con un color más alegre, me parece, así no me preocuparé y trataré de salir, salirme”. Se trata de una travesía que no podrá rastrearse con radares ni sistemas satelitales, porque reinventa las rutas de los mapas, y se construye en la dimensión del sueño, porque “el sueño es también un viaje, con senderos que nos viven”, dice la autora.
Acompañando este “salirse” hacia las esencias, están Germán, María Julia y Sebastián, que potencian cada instante de descubrimiento compartido, y lo plasman en experiencias que trascienden la anécdota: hay reflexión, sorpresa, humor, donde el trayecto, a la vez que incorpora paisajes y sentires de otros, profundiza la mirada sobre los propios: “sin darnos cuenta y después (¿después?) de hablar con la mismidad, comenzamos a escuchar algo que, por alguna alquimia, nos lleva a interesarnos. Tal vez porque se trata de un trozo de vida que nos atrae o interesa. Al prestar oídos, participamos y pueden surgir convergencias, o así nos parece…” Esta diversidad de impresiones, justifica las distintas formas discursivas que advertimos en la obra: prosa poética; tramas dialogales; poesía; narraciones. Las formas dialogales y narrativas predominan en las experiencias anecdóticas y compartidas; la prosa poética y la poesía expresan el estado de éxtasis espiritual y situaciones reflexivas de la poeta.
Este salirse nos traslada a una multiplicidad de ciudades, climas y culturas donde el disfrute y la entrega son permanentes, y la realidad, aunque parezca un sueño, no lo es: se vive con plenitud: es ese “viajarse” para descubrir, y descubrirse; un estado de revelación que se regenera con cada experiencia: "Nos sentamos en el Café de la Paix, para degustar el sueño real. Cada uno tomó algo sin poder creer en el protagonismo de la vivencia. Así me lo decían, con ojos muy abiertos. Compartíamos una visión que no se inventaba: era.” Es un peregrinaje que converge con lo esencial de nuestra alma, que es común a todo ser humano y que por eso, es también el alma del mundo: "Ascendí evocando la “Subida al Monte Carmelo”. Imaginé que estaba rodeada por ángeles y mis oídos eran visitados por un rumor de alas”. Alcanzar esta plenitud, este éxtasis vivencial, nos hace libres. Y es esa libertad la que nos predispone a la recepción y a la entrega, en un intercambio que se potencia, que nos mantiene en un estado de ensoñación. Y nos lleva a “interrogar al cielo”, de la mano, (y la cámara filmadora) de Sebastián, y lo que podría resultar una anécdota, se convierte en una pregunta trascendental, propia del pensamiento filosófico: “Esto le gustará a Dios?”, pregunta el niño, luego de ver a la multitud exaltada frente al Papa, en la Piazza San Pietro del Vaticano. Efectivamente, y en palabras de Henry Miller, “nuestro destino nunca es un lugar, sino una nueva forma de ver las cosas”.
Y como ocurre durante las grandes travesías, en este “Viajar, viajarse”, está el humor, insustituible en cualquier equipaje: Palomas en los hombros y en la cabeza de una mujer en Piazza San Marcos, y el comentario categórico de nuestro “reportero gráfico”: “Molti colombi, molti cagandi”, o las risas en el hotel de Madrid, cuando la madre pensó que le habían robado sus cosas, pero en realidad no sabía usar la clave para abrir la valija. Humor, sorpresa, reflexión: Graciela Puente nos convoca a un viaje hacia el fondo del alma, que se reconoce reflejada en sus semejantes, y la libera hacia nuevas trayectorias, en las que el espíritu logra transformar las fronteras de su propio entendimiento en nuevas travesías y experiencias, haciendo de ellas una forma de indagación existencial permanente: “Irse/dejándose llevar por los itinerarios/que se ofrecen/dibujando las pieles,/travesía entre cielos./Un posible ser siendo/en costados del espacio./Una voz que decide/que acontece:/viajarse”. La poeta comparte una experiencia vivencial cuya magnitud la hace parte de cada paisaje, porque el posible ser siendo que la habita, se sumerge en los lugares que afloran pero, fundamentalmente, en los espacios menos visibles, los que sólo se ven con el corazón, como nos recuerda Antonie de Saint Exupery, porque “lo esencial es invisible a los ojos”.
Sólo de esta manera, es posible recorrer las Calles de Jaipur, y descubrir "tanta eternidad de encarnaciones/que ofrecen flores y comida a sus dioses”, o estar en el Ganges y "ser el río/por esa espera de ser delta en el extremo." Los paisajes son refundados por una mirada, que se lanza, en palabras de la autora, a preguntar lugares, y llega donde "las nubes remueven apariencias/para dimensionar los gestos y otredades/de los que fueron mimbres entre juncos”. Y al atravesar la superficie de la primera observación, fluyen lo que la poeta denomina costados del espacio, como revelación para decir otra manera de "los labios/en la tierra", y también como una conjunción con la propia travesía, porque como afirma Buda, “no puedes transitar el camino hasta haberte convertido tú mismo en la senda”: de esa identidad con los otros paisajes y seres del mundo, da cuenta Graciela Puente en este poemario, mediante el uso de personificaciones donde cada palabra reafirma la comunión de su espíritu con el lugar: "Dejándome llevar por dónde y cómo/voy siendo por caminos/y calles que acontecen/entre umbrales de inconsciencia./Me quedo en transcripciones/de espacio y vez entera./Me permanecen pliegues/y bordes/de otro ser,/que no conozco."
Carlos Fuentes ha escrito que “el viaje es el movimiento original de la literatura”, y sin duda, un viaje, al igual que la escritura, es una búsqueda hacia afuera y hacia adentro: hacia afuera, implica la exploración de nuevos espacios, y de distintas formas de comprender la realidad; hacia adentro, es una introspección que se lanza al descubrimiento (o redescubrimiento) de nuestros seres posibles, latentes en el subconsciente, que por cuestiones conocidas o no, no terminan de hacerse visibles, pero que afloran en toda su plenitud durante el viajarse que nos propone la autora: "Celebro pertenencias de la sangre/y siento un crecimiento germinado. /Una razón atravesada por la ausencia”. Y entonces, podemos Dejar que sea: “Oscilan residencias en la niebla./Crecen penínsulas de azogue en precipicio./Crecen idiomas superpuestos con banderas./Llega el descanso./ Delicadeza de la vida/que dibuja./Y juega al ajedrez,/de lo posible.”
Explica Borges en la introducción a Atlas, que “no hay un solo hombre que no sea descubridor”, y ello explica que encontremos literatura sobre viajes en todas las épocas de la historia: desde la mítica Odisea, pasando por los viajes de Marco Polo, los cronistas de Indias, los escritos de Darwin, las novelas de Joseph Conrad, hasta el relato del náufrago de García Márquez o el mencionado Atlas de Borges: quienes se han internado en los laberintos del mundo, han dejado testimonio de sus vivencias: para informar, para denunciar o para reivindicarse. Y han compartido estos procesos valiéndose de la palabra escrita.
Graciela Puente nos propone despojarnos de fronteras y de miradas superficiales, para penetrar en los lugares inexplorados de paisajes tanto geográficos como humanos, y a la vez, alcanzar las profundidades del propio ser, en un viaje conjunto con nuestros semejantes. Una experiencia donde la aventura confluye con la mirada filosófica, revelándonos que todos somos transeúntes efímeros sobre la tierra, pero tenemos la oportunidad de mejorar el recorrido propio tanto como el de los otros, porque la experiencia de viajar, viajarse nos muestra como seres más libres, solidarios y pertenecientes al mismo género vulnerable y fascinantemente humano. Se trata, como refiere Matsuo Basho, en su diario de viajes: “seguir los pasos de los antiguos, no de repetir lo que ellos hicieron’, y avanzar hacia un estado de plenitud, donde cuerpo y espíritu sean uno con la naturaleza y nuestros semejantes: "imágenes que suben por los brazos/hasta trepar por las sonrisas./En los costados hay espacio,/una excedencia que crece/y que se aloja entre los ojos./Respiro/y cada calle es un reencuentro;/y las conozco/y tiemblo, tiemblo/en la manera del camino, /ese cruzar el aire/y ser lugares”.